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lunes, 21 de noviembre de 2016

El partido más largo del mundo

Dos hinchadas estuvieron durante cinco horas emocionándose con goles de tres equipos. Danubio y Nacional siguen igualados en la punta del Uruguayo Especial a falta de tres fechas para el final.




"Esto sigue, quedan tres partidos más y todavía hay que esperar el partido de ahora", dijo Leonardo Ramos a la salida de Jardines luego del 0-1 frente a Wanderers. Este Danubio no baja los brazos nunca. Lo demuestra en la cancha, donde supo remontar y ganar cuatro aprtidos en el campeonato luego de ir perdiendo. Menos iba a renunciar por caer a falta de tres fechas para el final. Al entrenador no se lo notó amargado ni caliente. Analizó el resultado, la tabla y el fixture con mente fría y mucho convencimiento en su plantel.  

Dentro de la cancha Danubio salió a ahogar a Wanderers. No quiso dejarlo salir jugando. Le planteó línea de tres en el fondo que funcionó a la perfección y arrinconó a un Bohemio que no pisó el área rival en todo el primer tiempo. Pero la franja puso al revés la llave en la delantera. Está trancada hace varias fechas y no le encuentra la vuelta. Todo lo que ligaba en partidos donde no mereció ganar pero sí lo hizo, como con Cerro o Peñarol, ahora es a la inversa. 

Damián Malrechauffe hizo un partido de diez puntos y fue el más destacado en el local. Cortó los ataques del Bohemio antes incluso de que fueran peligrosos. Fue salida constante por izquierda y no perdió un mano a mano. El partido empezó a cambiar con la expulsión de Gonzalo González, bien sancionada. Danubio fue más que Wanderers aún con diez. La visita solo atinó a tirar algún contragolpe muy aislado. Pero fue en uno de esos cuando le quedó de regalo a Ignacio González para jopearla como tantas veces supo hacerlo en esos arcos de Jardines. Esta vez fue de cabeza por arriba de Etulain, en los descuentos, para el 0-1 y llenar de silencio el Estadio.

El grito de los hinchas quedó atragantado y contenido por unas horas hasta que justamente Defensor Sporting, su clásico rival, le devolvió la esperanza, esa que el plantel y el DT no habían perdido nunca.

Cuando Leonardo Ramos salió campeón en Danubio, con algunos de los futbolistas que hoy quieren repetir, el equipo no arrasó el Campeonato, como sí lo hizo en 1988 o 2006/07. El del Leo la peleó. La sufrió con un plantel llorando abrazado a una radio en la mitad de una cancha esperando por otros resultados calificados por muchos de "imposibles". Llegó "por debajo" de su rival en las finales. Esas que jugó, batalló y ganó para sumar el cuarto título de la institución. Se escuchaba repetidamente que el equipo cuando ganaba lo hacía con lo justo. Pero no notaban que lo que realmente sobraba era el convencimiento. Cualquier similitud con lo que pasa hoy día no es casualidad.

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