El equipo de Pablo Rodríguez volvió a dejar puntos de forma inexplicable en el arranque del Apertura. Es claro que lo que resalta hasta el momento de Danubio son sus lados negativos que, podramos coincidir o no en ellos, son varios. Pero llama la atención la impaciencia del hincha desde la tribuna o las redes así como la casi unanimidad que se manifiesta con elementos suficientes para que en una tercera fecha se deba cesar al entrenador de turno.
Recordemos que esta misma hinchada insultó hasta el cansancio a Gustavo Matosas, quien logró desplegar el mejor fútbol de los últimos 30 años en la institución, además de salir Campeón de todo. No comparo a Pablo Rodríguez con Matosas. Solo es un hecho. Como también lo es que no recuerdo un solo entrenador que no la haya pasado mal con algunos seguidores en alguna etapa al frente del club.
Como se repite y encuentra por todos lados las cosas malas que está realizando el entrenador y más allá de que a mí también me gustaría ver más minutos en cancha a Dos Santos, o que Ichazo para mí es titular hasta para un arco de los que disparan flechas, me voy a centrar en lo positivo que he visto.
Se dice que Danubio toca de forma intrascendente hacia atrás o los costados. El equipo hizo cuatro goles. Algo que no sucedía hace exactamente 38 partidos, cuando le ganó en 2015 a Liverpool por 4-0. Y la anterior vez fue hace 83 encuentros, contra Rampla Juniors en 2014. Sí, ya sé que le hicieron 4, algo que solo el año pasado sucedió también tres veces: con Wanderers, Racing o el mismo Fénix.
Se dice que se casa con los jugadores pero hizo tres cambios de un partido a otro y varió el esquema táctico. Entre ellos incluyó a dos de las figuras de la cancha. El panameño Arroyo fue decisivo con su velocidad y explosión en el primer tiempo mientras que Tabárez le dio el fútbol ofensivo que Danubio estaba extrañando. Entre los titulares volvimos a observar a un Rodrigo De Oliveira pedido por el nuevo DT que ninguno creía iba a demostrar tanto en tan poco tiempo.
Se dice que dirige de traje y corbatín. Ante eso, no más preguntas, su señoría.
Los toques hacia atrás o los costados son una forma de abrir al rival y hacerlo salir del fondo. Muchísimos partidos han terminado 0-0 en Jardines ante equipos como el de Fénix. Que se plantan atrás para que Danubio choque una y otra vez contra sus líneas mientras se repite en corridas o centros. Si se tiene la posesión con paciencia, y más con el resultado a favor, al rival no le queda otra que estirarse para intentar presionar y es allí donde se generan los espacios para atacar. Pero no es algo que se cambie o logre en tres partidos, ni diez. A Barcelona le llevó una escuela de entrenadores. No, no estoy diciendo que Rodríguez sea Guardiola, Ojo al Gol.
Para corregir hay mucho. Lo vemos todos. No se trata de bancar o no a un entrenador específico o de no bancar a ninguno. Se trata de tener paciencia para poder recién luego de haberlo dejado trabajar el tiempo suficiente (por algo se los trajo), evaluar si fue positivo o no y si conviene. Si en solo tres partidos hay pruebas suficientes para que una directiva eche a un entrenador entonces se debe ir la directiva completa ya que se lo habría traído sin conocer absolutamente nada de su pasado cuando es por esto que se supone que se lo contrata. Porque del presente o futuro yo no me atrevo a ser categórico habiendo visto tres partidos, ni diez.
Salú Arnel!!.
ResponderEliminarCon tu permiso, hay un error de concepto, existe una gran diferencia en tocar para abrir defensas, como lo vemos en la TV hacer al Barcelona, y hacer lo que hizo Carlitos, 2 veces en el mismo partido, frenar un contragolpe, recibiendo de espaldas al arco contrario, sin mirar a sus compañeros que están picando a su costado y pasar la pelota 30 metros atrás a un defensa para que, comprometido, la rife en un pelotazo para adelante. Ibamos ganado 4 a 2 y nunca se vió juego colectivo, le faltó eso que ponen Peña y el Galgo, que le podés poner el nombre que quieras pero no es otra cosa que las ganas de ganar. En fin, espero que mejore el planteo porque sino será un año durísimo, de esos que cuando llegas el domingo a casa, apagas el teléfono para no soportar las cargadas.