10 no es mala liga, 10 veces no es maldición, 10 veces no son noches malas. 10 veces no es casualidad. El primer paso para solucionar un problma es reconocerlo. Danubio no sabe cómo jugar internacionalmente.
Que algún momento supo y se olvidó, de eso no hay dudas. Pero parecería que la amnesia fuera crónica. Mi padre me repitió miles de veces la anécdota del triunfo ante el Cobreloa como visitante en la Libertadores del 89. El equipo chileno venía invicto internacionalmente jugando en el desierto de Calama. Cuando le mencionaban de esto a cualquier danubiano previo al duelo se respondía: "Mirá vos, Danubio tampoco perdió ni un partido jugando allí". El resultado: triunfo 2-0. Con esa desfachatez se ganaba afuera. Imponiendo lo más sagrado que tiene el club: su estilo.
El Danubio de la Copa Sudamericana juega contra él mismo. No se logra detectar jamás qué es lo que pretende hacer adentro del campo de juego. ¿Sale a defenderse? No. ¿Sale a atacar? Tampoco. Es algo híbrido e insípido. Predecible desde el primer minuto. Desconectado y estirado. En pocas palabras, no es Danubio. Es siempre absolutamente distinto al que se ve fin de semana tras fin de semana por el torneo local. Es como si un entrenador le pidiera a su equipo en cada práctica de la semana que tuviera un estilo directo con pelotas largas y centros pero llegada la hora de los partidos los jugadores salieran toqueteando desde el fondo a lo Barcelona. Claramente perdería todos los juegos. No se puede jugar siempre a una cosa y cambiar completamente el estilo por un partido determinado.
El rival tampoco es excusa. Dentro de esta decena de oportunidades el club debió enfrentarse a equipos como Capiatá o Tacuary. Sport Recife fue de los brasileños más deslucidos jugando copas internacionales. Y si pensamos en que somos tan inferiores. ¿Cómo otros equipos jamás se comen una goleada jugando afuera? Reconocer lo que hacen bien nuestros rivales: Defensor en este caso, es también aceptar el problema. ¿Recuerdan alguna goleada en contra de los violetas jugando ante equipos como Atlético Nacional, Gremio, Cruzeiro o Boca? No, e incluso a todos los eliminó. ¿Es tanto más Defensor que Danubio? Institucionalmente quizás sacó algunas cabezas de ventaja y ese es otro asunto aún más profundo. Pero si se enfrentan los dos primeros equipos, ¿tan poca fe le tenés a Danubio? ¿Verdad que no? Que hasta se le ganó el último y cuesta encontrar goleadas en contra. La diferencia es que ellos juegan a lo mismo acá que allá. No estoy diciendo que su estilo es mejor. Simplemente que confían en él y lo mantienen.
Danubio carga con una mochila que año a año suma kilos. Esto también lo mantiene atado. El gran problema es lo que se ve. Los rivales con poca cosa terminan resolviendo con tranquilidad. Hablo de cualquier llave internacional que recuerden. Piensen en algún partido de Danubio jugando afuera y digan si lo siguiente no calza: el equipo la maneja por lo general en los primeros minutos, no ataca, la pierde y queda mal parado. Tiene errores abismales en defensa producto también de lo que está en juego. ¿O me van a decir que las manos en aquellos penales de Fede Ricca y Guille Cotugno contra Capiatá era porque son malos jugadores? Antes de la media hora siempre llega el primero del rival y siempre es en la primera a fondo de verdad. Ni avisan. No golpean la puerta. Pasan nomás. De ahí en más los nervios se multiplican. El rival se agranda y cada llegada es medio o un gol más. El equipo jamás sabe cómo reaccionar. ¿Cuántos partidos Danubio da vuelta o empata de atrás en lo local? Pregúntenle a Peñarol nomás.
Es claro que el fútbol tiene milagros inesperados. Además, el equipo saldrá a jugar de otro modo la revancha y se puede esperar un triunfo en el Franzini, como en aquella casi épica noche ante Sport Recife. Pero lo que también es claro es que mientras sigamos jugando a una cosa allá y a otra acá seguirá todo igual.
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